jueves, 21 de julio de 2011

Séptimo día

He salido a un bar con aquella mujer que hace unos días me invitó. Nada, nada del otro mundo, conversaciones llenas de lugares comunes, preguntas que me aburren como qué signo soy, donde nací, si me gustan las mascotas y los niños y una retahíla de cosas sobre ella: que cree en los angeles, que le gusta mucho el baile y que algún día espera encontrar un hombre que verdaderamente la quiera. Ojalá lo encuentres, ojalá...pero pobre hombre, ese cuento de los ángeles me daría para salir corriendo de su cercanía je je. Regrese a casa muy tarde, caminando por las siempre solas y peligrosas calles de esta ciudad , de esta Cali ruidosa y sangrienta. Antes de entrar a la casa sentí que dos cuadras atrás alguien me seguía. Incrementé la velocidad de mis pasos y giré con rapidez las llaves. Al cerrar, puedo jurar que quien me seguía permaneció en la puerta , veía su sombra a través del vidrio. Lo que me causó curiosidad fue que parecía no querer irse...como cuando vemos una serpiente esperando el momento para morder al ratón. Extraño. Bebí algo de leche mientras seguía viendo la sombra en la puerta. Miré el celular, conecté con Twitter y de nuevo la intrigante presencia en país tras país de procesos masivos de toque de queda y militarización. De mi amigo Leo no volví a saber nada...eso me preocupa, conociendo sus posiciones políticas contra la presidenta Argentina. En el correo encontré un mensaje urgente del rector del colegio donde trabajo...como siempre lo borré sin mirarlo, je je, sueño, mucho sueño. La sombra en mi puerta se ha ido.

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