jueves, 8 de septiembre de 2011

La casa del tendero

Subo sigilosamente hacia el segundo piso mientras el sudor me corre a raudales por el cuerpo. Y sólo pienso que debo regresar por el mismo camino, cruzando entre estos seres, entre estas sombras humanas hasta la seguridad de mi casa. Pero fiel a mis últimos y nuevos principios: un problema a la vez. Llego al segundo piso y la oscuridad es peor, incluso no veo ni mis brazos producto de la ropa negra que he decidido vestir el día de hoy. Es un pasillo estrecho con tres habitaciones, abro suavemente la puerta del primero y es el baño...vacío. Camino hacia el cuarto que sigue y abro con suavidad la puerta, tratando de no producir el mas mínimo ruido y de repente...la puerta choca contra un muñeco de esos que se activan con cuerda, el rudo que produce en esta oscuridad y silencio es infernal y sin previo aviso, oigo desde la habitación principal el sonido de pasos cada vez mas cerca, mis ojos se han acostumbrado ya a la oscuridad así que lo único que alcanzo a hacer por movimientos reflejos es golpear con furia a la primera sombra que veo acercarse. Un pesado cuerpo cae al piso mientras sigo golpeando con furia, con todas las ganas del mundo. El cuerpo no se mueve. Siento el mismo repudio que sentí la primera vez que maté una de estas cosas...pero debo confesar que es un repudio menor, un malestar matizado por mi deseo de supervivencia. Con mi reloj y su luz identifico que he matado a mi vecino. Tiene pedazos de ropa y carne en sus dientes así que creo que estaba devorando a su esposa...vaya metáfora, te comeré a mordiscos. No sé porqué río cuando pasan cosas horribles. Ingreso en la habitación y comienzo a hurgar, esta habitación fue donde ellos murieron, donde fueron atacados así que sin dificultad encuentro la escopeta y en la cama casi dos cajas de cartuchos. Objetivo uno cumplido. Bajo lentamente y busco la habitación que da hacia la tienda. Abro el maletín que he llevado y empiezo a poner lo que mis ojos y la escasa luz del reloj me dejan ver: lleno el maletín d enelatados, leche en polvo, dulces y barras de energía. Pesa mucho. Destapo una coca-cola y la bebo con desesperación...ahora paso al siguiente problema: hay que regresar con Angie.

1 comentario:

  1. Pobre angie! debería armarse de más valor para acompañarte en tus travesías. Que deje la vagancia ola!!!! hahaha.

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